¿Qué hacer si tu seguro rechaza una reclamación?

¿Qué hacer si tu seguro rechaza una reclamación?

Publicado el 12 de octubre de 2025


📖 Tiempo estimado de lectura: 9 min

¿Por qué rechazan las aseguradoras una reclamación?

Cuando un seguro rechaza una reclamación, el primer paso es comprender el motivo exacto del rechazo. Las aseguradoras suelen basarse en tres grandes razones: exclusiones de la póliza, incumplimientos de obligaciones del tomador o asegurado (por ejemplo, comunicar el siniestro fuera de plazo), y falta de prueba suficiente del daño o del nexo causal. Entender en qué categoría encaja tu caso te permitirá orientar una respuesta eficaz. Si la compañía invoca una exclusión, verifica que dicha exclusión exista realmente en las condiciones particulares o generales y que se aplique al siniestro concreto. Si habla de incumplimiento, revisa qué obligación concreta dice que no has cumplido y si ello ha causado o agravado el daño. Y si menciona falta de pruebas, toma nota exacta de qué documentos o evidencias faltan para aportarlos de forma ordenada.

Solicita siempre la resolución de rechazo por escrito, con referencia de expediente, fecha y fundamentación. Un rechazo ambiguo o telefónico te deja en desventaja. Exige claridad: artículos de la póliza, cláusulas y hechos. Esta precisión te ayudará a construir un recurso con base sólida. Además, identifica si el rechazo es total o parcial. Un rechazo parcial puede ser discutido buscando un punto intermedio mediante contraoferta técnica o económica. En muchos casos, la compañía no niega la existencia del daño, pero discrepa en su alcance o valoración.

Idea clave: pedir el rechazo por escrito y con fundamentos concretos te da una hoja de ruta para tu réplica. Sin esa base documental, tu recurso carecerá del enfoque y la precisión necesarios.

Revisar la póliza y la cobertura real

La póliza es tu contrato: contiene la cobertura prometida y también las limitaciones. Para verificar si el rechazo es correcto, revisa de forma sistemática: condiciones particulares (donde se detallan capitales, franquicias y coberturas contratadas), condiciones generales (definiciones, exclusiones y procedimientos), y suplementos o anexos (actualizaciones anuales, ampliaciones o restricciones). Comprueba la vigencia en la fecha del siniestro, la prima pagada y las garantías activas. Un error común es asumir que todas las pólizas de hogar, auto o salud cubren lo mismo. No es así: cada producto tiene matices y exclusiones específicas que conviene leer con calma.

Presta atención a las cláusulas limitativas que restringen derechos, pues suelen requerir destacadas y aceptadas de forma expresa. Si la compañía se apoya en una cláusula limitativa poco clara o no destacada, podrías cuestionar su oponibilidad. Revisa también períodos de carencia, franquicias y sublímites. Un siniestro puede estar cubierto, pero sólo hasta un límite concreto, o con una franquicia que reduce la indemnización. Por último, verifica el cumplimiento de tus obligaciones: comunicar el siniestro dentro del plazo, mitigar daños, permitir peritajes y aportar documentación. Si cumpliste y la póliza cubre el caso, podrás sostener un recurso con fundamento.

  • Confirma coberturas activas, capitales y franquicias.
  • Localiza exclusiones aplicables y comprueba su correcta aceptación.
  • Revisa carencias y sublímites que afecten al importe a reclamar.

Documentación y pruebas que debes reunir

Una reclamación sólida depende de evidencias claras y ordenadas. Elabora un expediente con: a) comunicación inicial del siniestro y número de expediente; b) fotografías o vídeos del daño con fecha; c) informes técnicos o facturas de reparación; d) partes policiales o atestados cuando existan; e) informes médicos y justificantes en casos de salud; f) presupuestos comparativos si discutes el importe de la reparación; g) comunicaciones completas con la aseguradora y el perito. Numera los documentos, titúlalos y crea un índice. Esto facilita la revisión y evita que la compañía alegue falta de información.

Si hubo peritaje, solicita el informe del perito de la aseguradora. Podrás confrontarlo con un peritaje independiente o con documentación técnica adicional. Aporta pruebas del mantenimiento y uso adecuado del bien asegurado, porque muchas denegaciones se apoyan en supuestos incumplimientos del asegurado. En salud, reúne recetas, informes de especialistas y justificantes de gastos; en auto, además del parte amistoso, fotografías del siniestro, presupuestos y, si procede, informe de valor venal. Cuanto más objetiva sea la prueba, mayor poder persuasivo tendrá ante el tramitador y, en su caso, ante organismos externos.

Consejo práctico: digitaliza todo en PDF y nombra los archivos con un patrón (01_fotos, 02_facturas, 03_peritaje…). En tu recurso, referencia cada documento por su número para una lectura ágil.

Cómo redactar y enviar el recurso interno

El recurso interno es la primera oportunidad formal para revertir el rechazo. Estructúralo con un enfoque claro: 1) identificación (número de póliza, tomador, asegurado, número de expediente y fecha del siniestro); 2) resumen breve del rechazo recibido; 3) argumentos técnicos y contractuales, citando cláusulas de la póliza y hechos probados; 4) anexos y pruebas numeradas; 5) petición concreta (reconocimiento de cobertura total o parcial, importe propuesto, realización de nuevo peritaje, etc.). Evita un tono emocional o confrontativo: la precisión y la evidencia pesan más que la indignación.

Envía el recurso por canales trazables (correo certificado, burofax, o la plataforma de la aseguradora si genera acuse). Guarda justificantes de envío y plazos. Si la póliza menciona un “Defensor del Asegurado” o un servicio específico de atención al cliente, sigue ese cauce y menciona que adjuntas toda la documentación. Da un plazo razonable de respuesta y apunta la fecha límite. Una carta bien organizada, con citas contractuales y pruebas claras, no sólo eleva tus opciones de éxito, también deja preparado el terreno para una eventual elevación a organismos supervisores.

  • Objetivo y conciso en el resumen; detallado en la argumentación.
  • Incluye índice de anexos y referencias cruzadas.
  • Usa canales con acuse y controla los plazos de respuesta.

Peritaje independiente y contraoferta sólida

Cuando el desacuerdo se centra en la valoración de daños o en la causa, un peritaje independiente puede ser decisivo. Escoge un profesional acreditado y especializado en el tipo de siniestro (automoción, electricidad, fontanería, daños estructurales, salud). Pide un informe técnico claro, con metodología, fotografías, mediciones y conclusiones. Contrasta las hipótesis del perito de la aseguradora y desmonta, con datos, cualquier suposición no probada. A partir de ese informe, elabora una contraoferta económica que justifique cada partida: materiales, mano de obra, tiempos y costes indirectos.

Si la póliza contempla mecanismos de designación de peritos por ambas partes y, en caso de discrepancia, un tercer perito, valora activarlos. Aunque puede alargar el proceso, aporta una vía técnica para cerrar la disparidad. En tu contraoferta, evita cifras redondas sin sustento: el detalle técnico da credibilidad y facilita que el tramitador apruebe un ajuste. En ocasiones, una propuesta de solución intermedia (por ejemplo, reparación parcial más compensación adicional) desbloquea el expediente sin necesidad de escalar.

Punto crítico: la fuerza del peritaje independiente reside en su trazabilidad y rigor técnico. Que cada conclusión esté respaldada por mediciones, normativa aplicable y evidencias fotográficas.

Escalar al Defensor del Asegurado y a la DGSFP

Si el recurso interno no prospera, puedes acudir al Defensor del Asegurado (si existe en tu entidad) o al Servicio de Atención al Cliente especializado. Aporta tu expediente completo y explica por qué consideras que el rechazo vulnera la póliza o las buenas prácticas. Estos órganos internos deben resolver en un plazo determinado. Si su respuesta sigue siendo desfavorable, el siguiente paso es presentar una reclamación ante la autoridad supervisora (en España, la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, DGSFP). Allí valoran si la aseguradora ha actuado conforme al contrato y a la normativa de protección del cliente financiero.

Para esta fase, cuida la cronología: fecha del siniestro, comunicaciones, peritajes, recursos y respuestas. Aporta todo en PDF, con índice claro. Indica la cláusula concreta en disputa y por qué su interpretación correcta favorece tu posición. Aunque la resolución de la DGSFP no siempre conlleva indemnización directa, suele ser influyente para que la compañía reconsidere su postura. En paralelo, puedes explorar mecanismos extrajudiciales de resolución de conflictos que ofrezca tu póliza o el propio sector.

  • Agota vías internas documentando cada hito.
  • Eleva a DGSFP con un expediente limpio y ordenado.
  • Explora mecanismos extrajudiciales compatibles con tu póliza.

Vías legales, mediación y arbitraje

Si las vías internas y supervisoras no resuelven, queda la opción de la mediación, el arbitraje (cuando proceda) o la demanda judicial. La mediación puede ser útil cuando la disputa es económica y hay voluntad de acercamiento. El arbitraje exige convenio arbitral: si la póliza lo prevé o si ambas partes lo aceptan, es una vía más ágil y técnica, aunque con la particularidad de la firmeza del laudo. La vía judicial requiere evaluar la cuantía, la prueba disponible y los costes (procurador, abogado, peritos). En reclamaciones de menor cuantía, el análisis coste-beneficio debe ser frío y realista: a veces una buena negociación previa evita un proceso largo e incierto.

Antes de demandar, fortalece tu posición con un burofax final que sintetice hechos, cláusulas, pruebas y propuesta de solución, ofreciendo un último plazo. Esto muestra buena fe y puede evitar costas. Si decides litigar, tu demanda debe articular claramente el título contractual (póliza), el siniestro, el cumplimiento de obligaciones, la interpretación correcta de las cláusulas y la valoración del daño. Un informe pericial robusto y testificales cualificados marcan la diferencia. Tras la sentencia, recuerda ejecutar con diligencia y revisar la póliza para prevenir situaciones futuras similares.

Checklist previo a demandar: convenio arbitral, costes estimados, solidez probatoria, última oferta enviada y probabilidad de éxito según jurisprudencia y peritajes.

Casos prácticos: auto, hogar, salud y otros

Cada ramo presenta particularidades. En auto, los rechazos suelen venir por culpa discutida, falta de parte amistoso o discrepancias en el valor venal. Documenta la dinámica del siniestro, aporta fotos, testigos y, si procede, atestado. Si discuten la reparación por considerarla antieconómica, respalda con presupuestos alternativos y valoración de seguridad. En hogar, son frecuentes las exclusiones por falta de mantenimiento o por causas no cubiertas (filtraciones antiguas, humedades estructurales). Acredita el mantenimiento y el carácter súbito del daño con informes técnicos y registros de mantenimiento. En salud, analiza carencias, preexistencias y autorizaciones; reúne informes médicos y justifica la necesidad del tratamiento según guías clínicas.

En responsabilidad civil, el foco está en el nexo causal y la existencia de daño indemnizable. Recoge pruebas de la conducta generadora y valora el perjuicio con documentos y peritajes. En decesos o vida, revisa declaraciones de salud, periodos de carencia y exactitud de los datos aportados en la contratación. Si la aseguradora alega reticencia o dolo, analiza si la pregunta fue clara y si la información omitida era realmente relevante. En todos los casos, la estrategia es la misma: póliza en mano, hechos probados, peritaje técnico y una narrativa coherente que conecte causa, cobertura y daño.

  • Auto: parte amistoso, fotos, valor venal y seguridad.
  • Hogar: carácter súbito del daño y mantenimiento acreditado.
  • Salud: informes y justificación clínica del tratamiento.
  • RC: nexo causal y cuantificación rigurosa del perjuicio.

Errores comunes y cómo evitarlos

El error más habitual es responder de manera precipitada y sin estructura al rechazo. La prisa lleva a omitir pruebas relevantes o a presentar un recurso desordenado. Otro fallo común es no pedir el rechazo por escrito, lo que dificulta identificar la base contractual exacta. También es frecuente no controlar los plazos de comunicación, recurso y prescripción; un buen calendario evita perder derechos. Por último, muchos asegurados discuten sobre emociones o impresiones, cuando lo decisivo es la literalidad de la póliza, la técnica del peritaje y la contundencia de la evidencia documental.

Evita enviar documentos sueltos por distintos canales y fechas: agrupa, indexa y explica. Si el caso es complejo, apóyate en un profesional con experiencia en seguros que traduzca lenguaje técnico y prepare la estrategia. No deseches la negociación: incluso con discrepancias, una propuesta razonable y sustentada técnicamente puede cerrar el expediente sin litigio. Y, de cara al futuro, revisa tu póliza en cada renovación; ajusta capitales, amplía coberturas críticas y verifica que las cláusulas limitativas estén bien identificadas y aceptadas.

  • Siempre resolución de rechazo por escrito y con referencias a la póliza.
  • Control de plazos y acuses de recibo.
  • Expediente único en PDF con índice y numeración.
  • Negocia con base técnica y pericial, no desde la intuición.

Preguntas frecuentes

¿Qué hago primero si mi seguro rechaza una reclamación?
Solicita la resolución por escrito con la motivación exacta. Revisa tu póliza, identifica si citan una exclusión, un incumplimiento o falta de pruebas, y prepara un recurso con documentos ordenados.

¿Puedo pedir un segundo peritaje?
Sí. Un peritaje independiente puede rebatir valoraciones o causas. Comprueba si tu póliza regula el nombramiento de peritos por ambas partes y, en su caso, un tercero dirimente.

¿Cuándo acudo a la DGSFP?
Tras agotar la vía interna (Atención al Cliente o Defensor del Asegurado) y si persiste el desacuerdo. Presenta expediente completo y bien indexado para facilitar su análisis.

¿Sirve la mediación o el arbitraje?
La mediación ayuda cuando hay margen para un acuerdo económico. El arbitraje exige convenio; es más ágil y técnico, con la particularidad de la firmeza del laudo.

¿Qué plazos debo vigilar?
Plazo de comunicación del siniestro, de respuesta al rechazo, de recurso interno y de prescripción de acciones. Anótalos con fechas exactas y conserva todos los acuses.

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