
¿Cómo reclamar deudas impagadas de un cliente?
Publicado el 04 de septiembre de 2025
📖 Tiempo estimado de lectura: 10 min
Índice
- Qué es reclamar deudas impagadas y marco legal
- Comprobaciones previas y pruebas indispensables
- Reclamación amistosa y burofax efectivo
- Acuerdos de pago y garantías para cobrar
- Juicio monitorio paso a paso
- Procedimiento verbal u ordinario: cuándo y cómo
- Intereses de demora, costas y cláusulas útiles
- Embargos y ejecución de sentencia
- Prevención de morosidad y políticas de crédito
- Preguntas frecuentes
Qué es reclamar deudas impagadas y marco legal
Reclamar deudas impagadas de un cliente es el conjunto de acciones destinadas a exigir el pago de una obligación vencida, líquida y exigible. En términos prácticos, supone acreditar que existe una prestación debida (normalmente una factura por un producto o servicio prestado), que ha llegado su vencimiento y que no se ha abonado. La reclamación puede ser extrajudicial —mediante recordatorios, burofax o negociación— o judicial, a través de vías como el juicio monitorio, el verbal o el ordinario, según la cuantía y la complejidad. Comprender el marco legal desde el inicio ayuda a elegir la vía más eficiente, reducir costes y ganar seguridad jurídica.
En el ámbito mercantil y civil, el principio general es que los contratos obligan a las partes y deben cumplirse. Por ello, la pieza clave de toda reclamación son las pruebas: presupuestos aceptados, pedidos, albaranes, hojas de encargo, correos de confirmación, facturas y cualquier otro documento que demuestre la relación comercial y la entrega del producto o la prestación del servicio. Cuando el contrato es claro y la deuda está documentada, la vía monitoria suele ser la más rápida para pequeñas y medianas cuantías, porque permite obtener un requerimiento de pago con costes contenidos.
A nivel estratégico, reclamar deudas impagadas no consiste solo en ganar un pleito, sino en evaluar solvencia, valorar la relación con el cliente y seleccionar el itinerario con mayor tasa de cobro real. Una sentencia a tu favor no sirve si el deudor es insolvente o si los embargos resultan inviables; por eso conviene sopesar alternativas como acuerdos de pago con garantías, cesión de crédito o incluso renuncias parciales condicionadas a pagos inmediatos. El objetivo es maximizar la probabilidad de cobrar y minimizar los plazos, sin deteriorar innecesariamente la relación comercial cuando el cliente es estratégico.
Idea clave: documenta desde el primer día. Un buen expediente (presupuesto + aceptación + albaranes + factura) acelera la reclamación y reduce el margen de defensa del deudor.
Comprobaciones previas y pruebas indispensables
Antes de iniciar cualquier acción para reclamar deudas impagadas, realiza una auditoría rápida del expediente. El primer filtro es verificar que la deuda es líquida (está cuantificada), vencida (ha pasado la fecha de pago) y exigible (no hay condiciones suspensivas ni controversias graves pendientes). Si hay incidencias (defectos, retrasos en el suministro o discrepancias), puede convenir una negociación específica o la emisión de un abono parcial para despejar objeciones. No empieces un monitorio con un expediente débil: perderás tiempo y aumentarás el riesgo de oposición.
Reúne todas las pruebas que acrediten la relación comercial: presupuesto u oferta aceptada, pedido, contrato u hoja de encargo, correos de confirmación, albaranes firmados, partes de trabajo, entregas certificadas, y por supuesto, la factura con su vencimiento. Añade comunicaciones previas donde el cliente reconozca el suministro o el servicio. Si dispones de firma electrónica, sellos de tiempo o registros de sistemas de gestión (ERP/CRM), incorpora capturas y registros con fecha. Cuanto más trazable y coherente sea la historia documental, más sólida será tu posición.
Otra verificación fundamental es la solvencia del deudor. Comprueba su actividad, presencia pública, historial de pagos y posibles incidencias. Si percibes señales de insolvencia, quizás debas priorizar un acuerdo rápido con garantías (aval, prenda, cesión de cobros) antes que un proceso largo. Igualmente, repasa los plazos de prescripción aplicables para que no caduque tu derecho a reclamar. Finalmente, calcula los intereses de demora y los posibles costes recuperables, de modo que tu reclamación tenga una base económica completa y bien cuantificada.
- Factura, pedido y aceptación por escrito.
- Albaranes o partes de trabajo firmados y fechados.
- Correos o mensajes donde el cliente reconoce la recepción.
- Registro de vencimientos e intereses de demora.
- Informe básico de solvencia y riesgo.
Reclamación amistosa y burofax efectivo
La vía amistosa es la primera etapa lógica para reclamar deudas impagadas y, con frecuencia, la más rentable. Empieza con un recordatorio profesional por email o teléfono, ofreciendo opciones de pago y estableciendo un plazo breve y claro. Si no hay respuesta, eleva el tono con un burofax con certificación de contenido y acuse de recibo. Este documento deja constancia fehaciente de tu requerimiento y, además, interrumpe la prescripción. Redáctalo con precisión, adjunta el detalle de las facturas y fija un ultimátum de pago antes de emprender acciones judiciales.
El burofax debe contener: identificación de acreedor y deudor, origen de la deuda (contrato, pedido, factura), cuantía total con desglose de principal, intereses y gastos, modo de pago, plazo límite y advertencia de que, en caso de impago, iniciarás el procedimiento correspondiente. Mantén un tono firme pero profesional, evitando expresiones que puedan interpretarse como coacción o mala praxis. Si el cliente alega incidencias, solicita por escrito sus objeciones y ofrece una revisión técnica para desbloquear el pago, lo que demuestra buena fe y reduce riesgos procesales.
Consejo práctico: acompaña el burofax de un cuadro de deuda claro (factura, fecha, vencimiento, días de mora, importe actualizado). Facilita un botón de pago o IBAN para transferencias inmediatas.
Si tras el burofax no recibes respuesta, evalúa una última llamada para confirmar recepción y, si procede, ofrece un plan de pagos con garantías. Esta flexibilidad puede acelerar el cobro sin litigar. No obstante, fija límites: si el deudor dilata, pasa a la fase judicial para no perder más tiempo ni fuerza negociadora.
Acuerdos de pago y garantías para cobrar
Cuando la deuda es clara pero el cliente atraviesa tensiones de liquidez, un acuerdo de pago puede ser la solución más eficiente para reclamar deudas impagadas sin romper la relación comercial. La clave es convertir promesas en compromisos ejecutables. Formaliza por escrito un calendario de pagos con fechas, importes y medio de abono, incorporando una cláusula de vencimiento anticipado por impago de cualquiera de las cuotas. Añade garantías reales o personales siempre que sea posible: aval de un tercero solvente, pagarés, prenda de mercancía, cesión de cobros de un cliente del deudor o reconocimiento de deuda con firma manuscrita o electrónica avanzada.
Para reducir el riesgo, solicita pagos a cuenta iniciales y utiliza herramientas que den trazabilidad (transferencias identificadas, pasarelas de pago con referencia). Si la cuantía lo justifica, eleva el acuerdo a documento público o póliza intervenida para facilitar la ejecución en caso de incumplimiento. Otra opción útil son los pagarés escalonados: cada pagaré representa una cuota y el impago de uno permite protesto y reclamación inmediata, lo que incentiva el cumplimiento. Si el deudor tiene inmovilizado valioso, explora garantías sobre activos específicos siempre con valoración realista.
- Calendario de pagos detallado y firmado.
- Cláusula de vencimiento anticipado y costas a cargo del deudor.
- Garantías: aval, pagarés, prenda, cesión de créditos, retención de titularidad.
- Formalización: reconocimiento de deuda, escritura o póliza si procede.
Recuerda que un buen acuerdo no solo protege, también simplifica. Debe ser claro, breve y práctico para evitar excusas. Y si el deudor incumple, tendrás una base sólida para accionar sin reiniciar todo el debate.
Juicio monitorio paso a paso
El juicio monitorio es la vía estrella para reclamar deudas impagadas de cuantías habituales en relaciones comerciales. Permite requerir judicialmente al deudor a partir de documentos que acrediten la deuda (facturas, albaranes, certificaciones, contratos, etc.). Su atractivo reside en su rapidez y en que no exige, en muchos casos, abogado y procurador en la fase inicial hasta cierto umbral de cuantía. El procedimiento comienza con una solicitud sencilla ante el juzgado competente (normalmente el domicilio del deudor), acompañando la documentación probatoria y el cálculo de la cantidad debida con intereses.
Presentada la solicitud, el juzgado admite y requiere al deudor para que pague o se oponga en un breve plazo. Si el deudor paga, concluye el proceso. Si no comparece ni se opone, puedes solicitar el despacho de ejecución directamente, convirtiendo el monitorio en un título ejecutable. Si se opone, el procedimiento se transforma en juicio verbal u ordinario según la cuantía, donde habrá que debatir el fondo. Por eso es tan importante la calidad de las pruebas desde el inicio: una oposición genérica se supera con documentación sólida y coherente.
Claves del monitorio: documentación clara, cuantía bien calculada, interés de demora incorporado y elección del juzgado correcto. Un expediente ordenado acelera la admisión y el requerimiento.
Aunque el monitorio es ágil, no olvides evaluar solvencia y patrimonio embargable antes de invertir esfuerzo. Si detectas insolvencia manifiesta, tal vez sea preferible un acuerdo rápido o una estrategia de recuperación parcial con garantías, evitando costes innecesarios.
Procedimiento verbal u ordinario: cuándo y cómo
Si el deudor se opone al monitorio o si desde el inicio decides demandar, deberás optar entre juicio verbal u ordinario según la cuantía y la complejidad. El verbal es más ágil y se utiliza para cuantías menores; el ordinario, para asuntos de mayor entidad o complejidad probatoria. En ambos casos, prepara una demanda bien estructurada: hechos cronológicos, relación contractual, entregas, vencimientos, requerimientos, cálculo de intereses y petición concreta. Acompaña la prueba documental y solicita, si procede, prueba testifical o pericial (por ejemplo, para acreditar que el servicio se prestó conforme a lo pactado).
La estrategia procesal exige anticipar la defensa del deudor. Objeciones típicas: defectos del servicio, falta de conformidad, plazos incumplidos, compensación de créditos, prescripción o nulidad de cláusulas. Refuerza tu posición con evidencias de conformidad (albaranes firmados, emails de aceptación, partes de entrega) y un relato coherente que conecte cada documento con la obligación de pago. Incluye un cuadro de deuda donde se detalle cada factura, vencimiento y días de mora; esa claridad facilita al juez apreciar la liquidez y exigibilidad de la obligación.
- Demandas con relato cronológico y petición clara.
- Prueba documental exhaustiva y ordenada.
- Anticipación de defensas: calidad, plazos, compensación, prescripción.
- Cálculo de intereses y costas para maximizar recuperación.
Recuerda que litigar no es un fin en sí mismo: es una herramienta para cobrar. Valora costes, tiempos y probabilidad de ejecución efectiva antes de seguir adelante.
Intereses de demora, costas y cláusulas útiles
Una reclamación sólida incorpora no solo el principal, sino también intereses de demora y costes recuperables. Al reclamar deudas impagadas, determina desde qué fecha comienzan a devengarse intereses (normalmente el vencimiento de la factura) y con qué tipo se calculan (contractual o, en su defecto, el que corresponda legalmente). Incluir estos importes incentiva el pago temprano y compensa el coste financiero de la mora. Además, solicita la imposición de costas cuando proceda; si el deudor resiste sin razón, es razonable que asuma tus gastos procesales.
En el plano preventivo, incorpora en tus contratos cláusulas que fortalezcan futuras reclamaciones: aceptación expresa de facturas por silencio positivo tras un plazo, intereses moratorios claros, reserva de dominio hasta el pago completo en ventas de bienes, posibilidad de suspender servicios por impago, y domicilio de notificaciones para facilitar burofax y requerimientos. Estas previsiones no eliminan la morosidad, pero aumentan la efectividad del recobro y reducen discusiones.
Tip práctico: automatiza el cálculo de intereses con una hoja de deuda que actualices mensualmente. Adjuntar importes precisos transmite rigor y acelera acuerdos.
Finalmente, revisa siempre la proporcionalidad: presionar con intereses desmesurados o penalizaciones ambiguas puede ser contraproducente y alimentar la oposición del deudor. Mantén condiciones razonables y bien justificadas.
Embargos y ejecución de sentencia
Obtener una resolución favorable es solo el comienzo. La clave para reclamar deudas impagadas con éxito es ejecutar y cobrar. Si el deudor no paga voluntariamente, solicita la ejecución de la resolución o del título (reconocimiento de deuda, pagaré, acuerdo elevado a público, etc.). En la ejecución, podrás pedir el embargo de cuentas, créditos frente a terceros, sueldos, vehículos o inmuebles del deudor, siguiendo el orden legal y respetando límites de inembargabilidad. Una buena preparación previa, identificando bienes y fuentes de ingresos, acelera esta fase.
Resulta muy útil realizar averiguaciones patrimoniales: cuentas bancarias, bienes registrales, saldos a su favor y relaciones con clientes solventes susceptibles de embargo de créditos. También puedes proponer medidas como anotaciones preventivas para asegurar bienes inmuebles. En empresas, revisa inventarios, maquinaria y posibles cobros cercanos; a veces el embargo de un crédito a favor del deudor es la vía más rápida de cobro efectivo.
- Embargo de cuentas y salarios con límites legales.
- Anotaciones preventivas sobre inmuebles.
- Embargo de créditos frente a clientes del deudor.
- Subastas de bienes si persiste el impago.
La ejecución requiere constancia y precisión documental. Mantén comunicación fluida con el juzgado y aporta datos actualizados del deudor para facilitar localización y traba efectiva de bienes.
Prevención de morosidad y políticas de crédito
La mejor manera de reclamar deudas impagadas es evitar que aparezcan. Implementa políticas de crédito preventivas: define límites por cliente, analiza solvencia antes de conceder plazos, pide anticipos en primeras operaciones y utiliza medios de pago con garantías (pagarés, confirming, tarjetas virtuales corporativas). Establece un circuito de facturación ágil, con entrega inmediata de facturas y vencimientos claros. Automatiza recordatorios previos y posteriores al vencimiento; la rapidez en el aviso reduce notablemente la mora.
Estandariza tus contratos y condiciones generales. Incluye cláusulas de intereses de demora razonables, reserva de dominio cuando vendas bienes, y mecanismos de suspensión de servicio por impago. Capacita a tu equipo para detectar señales tempranas: solicitudes de prórrogas reiteradas, cambios de contacto, devoluciones de recibos. Un CRM con alertas de riesgo y semáforos de crédito te permitirá actuar con antelación y ofrecer alternativas antes de que la deuda se cronifique.
Prevención en 5 pasos: evaluar, limitar, documentar, facturar rápido y recordar a tiempo. Con estas rutinas, tu ratio de cobro mejora sin necesidad de litigar.
Por último, mide y mejora: monitoriza DSO (días de cobro), antigüedad de saldos y tasa de recuperación. Ajusta tus políticas cada trimestre en función de resultados y sector.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es el primer paso para reclamar deudas impagadas? Inicia con una revisión documental para confirmar que la deuda es líquida, vencida y exigible. Luego, contacta de forma amistosa y, si no hay respuesta, envía un burofax con certificación de contenido y un plazo breve de pago. Esta vía interrumpe la prescripción y deja constancia fehaciente.
¿Qué documentación necesito para un monitorio? Contratos, pedidos, facturas, albaranes, partes de trabajo, correos de aceptación y cualquier prueba que acredite la entrega del bien o la prestación del servicio. Acompaña un cuadro de deuda con principal, intereses y vencimientos.
¿Es mejor acuerdo de pago o demandar? Depende de la solvencia y de la urgencia. Un acuerdo bien garantizado puede reducir tiempos y costes. Si el deudor dilata o no ofrece garantías, la vía judicial es la opción adecuada para forzar el cobro y proteger tus derechos.
¿Qué pasa si el deudor se opone en el monitorio? El asunto pasa a juicio verbal u ordinario según la cuantía. Por eso es esencial presentar desde el principio un expediente sólido y ordenado que resista objeciones.
¿Puedo recuperar intereses y costas? En muchos casos, sí. Incluye los intereses desde el vencimiento y solicita la imposición de costas cuando proceda. Un cálculo claro incrementa la tasa de recuperación y fomenta el pago anticipado.