
Cómo impugnar un despido disciplinario
Publicado el 24 de junio de 2025
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Índice
Introducción
El despido disciplinario es una de las formas más severas de extinción de la relación laboral, ya que implica la ruptura inmediata del contrato por parte del empleador debido a un supuesto incumplimiento grave y culpable del trabajador. A diferencia de otras formas de despido, este no suele incluir indemnización, lo que genera gran incertidumbre y preocupación para la persona afectada. Por esta razón, es fundamental entender los aspectos legales que lo rodean y las posibilidades reales de impugnarlo.
En España, la legislación laboral establece claramente los derechos del trabajador frente a un despido de este tipo. Sin embargo, muchas personas no conocen que pueden recurrirlo judicialmente si consideran que ha sido injustificado o se ha producido de forma irregular. Impugnar un despido disciplinario no solo puede conducir a la readmisión del trabajador, sino también al reconocimiento de una indemnización si se declara improcedente.
El objetivo de este artículo es ofrecer una guía clara, práctica y actualizada sobre cómo impugnar un despido disciplinario. A lo largo de las siguientes secciones se abordarán los pasos legales que deben seguirse, los documentos necesarios, los plazos que deben cumplirse y los posibles escenarios tras una reclamación. También se explicarán los criterios que los jueces suelen valorar para calificar un despido como procedente, improcedente o nulo.
¿Sabías que…? Muchos despidos disciplinarios acaban declarándose improcedentes en los tribunales debido a errores formales en la carta de despido o a la falta de pruebas suficientes por parte del empleador. Conocer tus derechos y actuar a tiempo puede marcar la diferencia.
Además, es importante tener en cuenta que el hecho de que el empleador haya alegado causas disciplinarias no significa automáticamente que el despido sea válido. En numerosas ocasiones, se utilizan estas causas como excusa para evitar el pago de indemnizaciones o con el fin de presionar al trabajador. Por ello, contar con asesoramiento legal adecuado es esencial.
A través de esta guía, se proporcionarán respuestas concretas a las dudas más frecuentes que surgen en este tipo de situaciones, desde cómo actuar tras recibir la carta de despido hasta qué opciones existen si el juez falla a favor del trabajador. Si has sido despedido o conoces a alguien en esta situación, esta información puede ser de gran utilidad para tomar decisiones informadas y proteger tus derechos laborales.
¿Qué es un despido disciplinario?
El despido disciplinario es una modalidad de terminación del contrato laboral que se produce cuando el empleador decide extinguir la relación con el trabajador por haber incurrido este en una conducta considerada grave y culpable. A diferencia de otros tipos de despido, como el objetivo o el colectivo, el disciplinario no conlleva indemnización, aunque el trabajador sigue teniendo derecho a percibir el finiquito correspondiente por los días trabajados y las vacaciones no disfrutadas.
Esta forma de despido está regulada en el artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores en España, donde se recogen las causas que pueden justificarlo. Se trata de una medida excepcional que solo puede aplicarse cuando la empresa tiene pruebas suficientes de que el trabajador ha cometido una falta grave, y dicha falta debe estar recogida en el convenio colectivo aplicable o en el reglamento interno de la empresa.
Importante: El despido disciplinario debe comunicarse por escrito mediante una carta de despido, en la que se detallen claramente los hechos que lo motivan y la fecha de efectos. La ausencia de una carta válida puede convertir el despido en improcedente.
Las causas más comunes que pueden dar lugar a un despido disciplinario incluyen:
- Faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad al trabajo.
- Indisciplina o desobediencia en el trabajo.
- Ofensas verbales o físicas al empresario, a otros trabajadores o a terceros.
- Transgresión de la buena fe contractual o abuso de confianza.
- Disminución continuada y voluntaria del rendimiento laboral.
- Embriaguez habitual o toxicomanía que afecten negativamente al trabajo.
- Acoso laboral, sexual o por razón de género.
Aunque estas causas están tipificadas legalmente, su aplicación práctica requiere una evaluación individualizada del caso, atendiendo a la proporcionalidad de la medida y a si se ha respetado el principio de presunción de inocencia del trabajador. Un despido disciplinario mal fundamentado puede ser impugnado ante los tribunales y declarado improcedente o incluso nulo, si se vulneran derechos fundamentales.
Por ello, tanto empleadores como trabajadores deben conocer en profundidad qué implica un despido disciplinario, cómo debe gestionarse y qué consecuencias legales puede acarrear. En las siguientes secciones se abordarán los pasos necesarios para impugnar esta medida y los elementos clave para preparar una defensa efectiva.
Causas legales del despido disciplinario
Las causas legales del despido disciplinario están reguladas principalmente por el artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores en España. Este artículo establece que el contrato de trabajo podrá extinguirse por decisión del empresario mediante despido basado en un incumplimiento grave y culpable del trabajador. Para que un despido disciplinario sea válido, debe estar motivado por hechos concretos y demostrables, debiendo cumplirse además requisitos formales específicos.
Las conductas que pueden considerarse causa de despido disciplinario son variadas y deben estar claramente identificadas, tanto en la normativa laboral como, en muchos casos, en el convenio colectivo aplicable o en los reglamentos internos de la empresa. A continuación se enumeran las causas más comunes y aceptadas legalmente:
- Faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad al trabajo.
- Indisciplina o desobediencia en el lugar de trabajo.
- Ofensas verbales o físicas al empresario, compañeros de trabajo o terceros relacionados con la empresa.
- Transgresión de la buena fe contractual, abuso de confianza o actos desleales hacia la empresa.
- Disminución voluntaria y continuada del rendimiento laboral normal o pactado.
- Embriaguez habitual o toxicomanía si repercuten negativamente en el desempeño laboral.
- Conductas de acoso por razón de origen racial o étnico, religión, convicciones, discapacidad, edad, orientación sexual, así como acoso sexual o por razón de sexo.
Atención: No basta con alegar una de estas causas. El empresario debe aportar pruebas sólidas que justifiquen la medida adoptada, y además debe comunicarse formalmente a través de una carta de despido detallada. La falta de motivación o la ambigüedad en la descripción de los hechos puede invalidar el despido.
Es importante señalar que la gravedad de la conducta debe valorarse en el contexto específico de cada situación. Por ejemplo, una ausencia aislada podría no justificar un despido, mientras que ausencias repetidas y sin justificación documentada sí podrían constituir causa válida. Los tribunales evalúan cada caso de forma individual, considerando también si se ha aplicado la sanción de forma proporcional y si la empresa ha actuado de manera coherente con situaciones similares previas.
En resumen, aunque la ley establece un listado claro de motivos que pueden justificar el despido disciplinario, su aplicación práctica requiere siempre una interpretación cuidadosa y un cumplimiento riguroso tanto de los motivos como del procedimiento. De lo contrario, el trabajador tendrá opciones reales de impugnar la decisión empresarial ante los tribunales.
Derechos del trabajador despedido
Cuando un trabajador es despedido, incluso en el caso de un despido disciplinario, mantiene una serie de derechos fundamentales reconocidos por la legislación laboral española. Estos derechos están orientados a garantizar un trato justo, a permitir la defensa de sus intereses y a proteger su estabilidad económica durante el proceso. Es fundamental que cualquier persona que haya sido despedida conozca sus derechos para poder ejercerlos con eficacia.
Uno de los derechos más importantes es el de recibir una comunicación por escrito que detalle los hechos concretos que motivan el despido. Esta carta debe ser clara, precisa y contener la fecha de efectos del despido. Sin este requisito formal, el despido puede ser considerado improcedente o incluso nulo.
Además, el trabajador tiene derecho a:
- Recibir el finiquito correspondiente, que incluye el salario pendiente, vacaciones no disfrutadas y parte proporcional de las pagas extraordinarias.
- Solicitar la prestación por desempleo, siempre que cumpla con los requisitos de cotización exigidos.
- Impugnar el despido ante la jurisdicción social en un plazo de 20 días hábiles desde la fecha efectiva del despido.
- Acceder al expediente disciplinario (si existe) y solicitar pruebas en caso de litigio.
- Ser representado por un abogado o por los servicios jurídicos del sindicato al que pertenezca.
Recuerda: Aunque el despido disciplinario no incluye indemnización por parte del empleador, el trabajador no pierde su derecho al finiquito ni a reclamar judicialmente si considera que la decisión ha sido injusta, desproporcionada o sin base legal suficiente.
En caso de que el juez considere que el despido ha sido improcedente, el empleador deberá optar entre readmitir al trabajador en su puesto con abono de los salarios dejados de percibir o pagar una indemnización. Si el despido se declara nulo, lo cual puede ocurrir si se vulneran derechos fundamentales como la no discriminación o el derecho a la tutela judicial efectiva, la readmisión es obligatoria y automática.
En definitiva, ser despedido no significa estar indefenso. Conocer los derechos que amparan al trabajador es el primer paso para afrontar la situación con firmeza, tomar decisiones informadas y, en su caso, iniciar un procedimiento de impugnación con garantías.
Cómo impugnar el despido
Impugnar un despido disciplinario es un derecho que tiene cualquier trabajador que considere que su despido ha sido injustificado, desproporcionado o se ha producido con vulneración de sus derechos. El procedimiento legal permite que un juez analice si la decisión del empleador se ajusta a la normativa vigente y, en caso contrario, declare el despido improcedente o nulo. Para ello, es fundamental seguir una serie de pasos bien definidos dentro de los plazos legales establecidos.
El primer paso para iniciar el proceso de impugnación es presentar una papeleta de conciliación ante el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación (SMAC) o el órgano equivalente en cada comunidad autónoma. Este trámite es obligatorio antes de acudir a los tribunales y tiene como objetivo tratar de alcanzar un acuerdo entre las partes sin necesidad de juicio.
Importante: El plazo legal para presentar la papeleta de conciliación es de 20 días hábiles desde la fecha de efectos del despido. Si se supera este plazo, se pierde el derecho a reclamar judicialmente.
Si no se llega a un acuerdo en el acto de conciliación, el trabajador puede interponer una demanda ante el Juzgado de lo Social. Esta demanda debe ir acompañada de pruebas que demuestren la improcedencia o nulidad del despido, como correos electrónicos, testigos, registros de asistencia o cualquier otro documento que permita desmontar los argumentos del empleador.
El procedimiento judicial sigue un cauce rápido, y una vez celebrado el juicio, el juez emitirá una sentencia que puede tener uno de estos tres resultados:
- Despido procedente: Se considera que el despido está justificado por la conducta del trabajador.
- Despido improcedente: El empleador deberá elegir entre readmitir al trabajador o indemnizarlo.
- Despido nulo: Implica la readmisión obligatoria y el abono de los salarios dejados de percibir, normalmente por vulneración de derechos fundamentales.
En cualquier caso, es recomendable contar con el asesoramiento de un abogado laboralista que analice la viabilidad del caso y prepare la estrategia jurídica más adecuada. La impugnación del despido es un proceso que requiere precisión legal y pruebas bien fundamentadas, pero cuando se actúa con rapidez y conocimiento, puede revertir una situación inicialmente desfavorable para el trabajador.
Plazos para reclamar
Uno de los aspectos más críticos al impugnar un despido disciplinario es el cumplimiento estricto de los plazos legales. La normativa laboral en España establece un marco temporal muy claro y limitado para que el trabajador pueda ejercer su derecho a reclamar. No respetar estos plazos supone la pérdida del derecho a accionar judicialmente, lo que convierte esta etapa en una de las más importantes del proceso.
El trabajador dispone de 20 días hábiles desde la fecha de efectos del despido para iniciar el procedimiento de impugnación. Se consideran días hábiles de lunes a viernes, excluyendo sábados, domingos y festivos. Este plazo es de caducidad, lo que significa que no se puede interrumpir ni suspender, salvo en casos muy concretos previstos por la ley.
Ejemplo: Si un trabajador recibe la carta de despido el lunes 1 de abril, tendrá hasta el lunes 29 de abril (suponiendo que no haya festivos entre medias) para presentar la papeleta de conciliación. Superado este plazo, no podrá interponer demanda judicial.
El procedimiento para reclamar se inicia presentando una papeleta de conciliación ante el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación (SMAC). Esta presentación dentro del plazo legal es obligatoria y suspende el cómputo de días por un tiempo limitado mientras se celebra el acto de conciliación. Si no se alcanza un acuerdo en esta fase, el trabajador podrá presentar la demanda judicial.
Además del plazo de los 20 días hábiles, es recomendable no esperar hasta el último momento para iniciar el proceso, ya que pueden surgir imprevistos como problemas de agenda, dificultad para reunir documentación o falta de citas inmediatas en el SMAC. Actuar con rapidez mejora las probabilidades de éxito y permite preparar la reclamación con mayor solidez.
- Plazo para presentar la papeleta: 20 días hábiles desde el despido.
- Plazo para presentar la demanda: Dentro de los 20 días hábiles, descontando el tiempo transcurrido antes del intento de conciliación.
- Tiempo para conciliación: Hasta 15 días hábiles desde la presentación, según disponibilidad del organismo.
Conocer y respetar estos plazos no solo es un requisito legal, sino también una herramienta de protección de los derechos del trabajador. Por ello, se recomienda acudir cuanto antes a un abogado laboralista o sindicato para recibir orientación específica y asegurar que todo el proceso se lleve a cabo dentro del marco legal.
Documentación necesaria
Para impugnar un despido disciplinario con garantías, es fundamental recopilar y presentar una serie de documentos que permitan acreditar los hechos, refutar las acusaciones del empleador y sustentar la defensa del trabajador. La documentación no solo es clave en la fase de conciliación previa, sino también durante el proceso judicial, ya que de su calidad y relevancia puede depender el resultado del litigio.
A continuación, se detalla la documentación más habitual que debe prepararse al iniciar una reclamación por despido disciplinario:
- Carta de despido: Documento esencial que contiene los hechos alegados por la empresa, la calificación del despido y la fecha de efectos.
- Contrato de trabajo: Para acreditar el vínculo laboral y las condiciones pactadas.
- Nóminas recientes: Sirven para justificar el salario y calcular el finiquito e indemnización, en caso de corresponder.
- Finiquito recibido (si lo hay): Detalle de los conceptos liquidados por la empresa.
- Comunicaciones internas: Correos electrónicos, mensajes o avisos relevantes para refutar o contextualizar las acusaciones.
- Registro de asistencia o control horario: Especialmente útil si el motivo del despido está relacionado con ausencias o impuntualidad.
- Testimonios o informes de compañeros: Pueden servir como prueba en caso de acusaciones injustas.
- Documentación médica (si aplica): Justificantes de baja o informes si se alega un problema de salud vinculado al supuesto incumplimiento.
Consejo práctico: Conserva siempre una copia de todos los documentos laborales y guarda comunicaciones con la empresa. Muchos casos se ganan o pierden por la ausencia de pruebas objetivas.
Además de estos documentos, si se cuenta con representación sindical o asesoría legal, es recomendable entregar toda la información de forma ordenada y cronológica, facilitando así el análisis del caso. Una buena organización documental agiliza el procedimiento, permite detectar debilidades en la versión empresarial y mejora sustancialmente la estrategia de defensa.
En definitiva, cuanto más precisa, completa y verificable sea la documentación aportada, mayores serán las probabilidades de éxito en la impugnación del despido. La recopilación de pruebas es una fase decisiva que puede marcar la diferencia entre la readmisión, la indemnización o la desestimación de la demanda.
Proceso judicial paso a paso
Impugnar un despido disciplinario no finaliza con la presentación de la papeleta de conciliación. Si no se alcanza un acuerdo en esa primera fase, el trabajador tiene derecho a acudir a los tribunales para que un juez evalúe la legalidad del despido. Este proceso judicial, aunque accesible, requiere seguir una serie de pasos claramente establecidos. A continuación, se detalla el recorrido procesal paso a paso, desde la fase previa hasta la sentencia.
- Papeleta de conciliación: Se presenta ante el SMAC en el plazo de 20 días hábiles desde la fecha del despido. Su finalidad es intentar un acuerdo extrajudicial.
- Acto de conciliación: Ambas partes comparecen en una cita fijada por el SMAC. Si no hay acuerdo, se emite un acta sin avenencia, necesaria para seguir adelante.
- Presentación de la demanda: Una vez obtenido el acta, el trabajador puede interponer demanda en el Juzgado de lo Social. Debe incluir los hechos, argumentos legales y pruebas.
- Admisión a trámite: El juzgado examina la demanda y, si todo está correcto, la admite a trámite y cita a las partes para el juicio.
- Vista judicial: Se celebra el juicio oral. Ambas partes exponen sus argumentos, presentan pruebas y, en su caso, declaran testigos.
- Sentencia: El juez dicta resolución, que puede calificar el despido como procedente, improcedente o nulo. Las partes pueden recurrir en suplicación ante el Tribunal Superior de Justicia.
Nota importante: La asistencia de abogado no es obligatoria, pero sí altamente recomendable. Un profesional especializado puede mejorar significativamente las posibilidades de éxito en el proceso.
El proceso judicial suele durar varios meses, dependiendo de la carga de trabajo del juzgado. Durante este tiempo, es esencial conservar toda la documentación relacionada con el caso y mantener el contacto con la representación legal. Si el juez falla a favor del trabajador, este puede ser indemnizado o readmitido, según la calificación del despido y la voluntad del empleador (en despidos improcedentes).
En resumen, el proceso judicial por despido disciplinario está diseñado para garantizar la protección de los derechos del trabajador, pero exige rigurosidad, prueba sólida y seguimiento técnico del procedimiento. Prepararse adecuadamente para cada fase es clave para lograr un resultado favorable.
Posibles resultados de la impugnación
Una vez finalizado el proceso de impugnación de un despido disciplinario, el juez debe emitir una sentencia que califique la validez del despido. Esta resolución judicial determinará el futuro del trabajador en relación con la empresa y si le corresponde alguna compensación. Existen tres posibles resultados principales tras la impugnación: despido procedente, improcedente o nulo. Cada uno de ellos implica consecuencias jurídicas y económicas diferentes.
- Despido procedente: El juez considera que los hechos alegados por la empresa han quedado acreditados y que la medida fue adecuada y proporcional. En este caso, el trabajador no tiene derecho a indemnización, aunque sí al finiquito correspondiente. La relación laboral se da por finalizada de manera definitiva.
- Despido improcedente: El juez estima que el despido no ha cumplido con los requisitos legales, ya sea por falta de pruebas, por defectos formales en la carta de despido o por una desproporción de la sanción. La empresa debe elegir entre readmitir al trabajador en su puesto de trabajo con abono de los salarios de tramitación o pagar una indemnización que varía en función del salario y la antigüedad del empleado.
- Despido nulo: Se produce cuando el despido vulnera derechos fundamentales, como el derecho a la igualdad, la no discriminación o la tutela judicial efectiva. También puede declararse nulo en casos de despido de trabajadoras embarazadas, personas en reducción de jornada por cuidado de hijos o representantes sindicales. La consecuencia es la readmisión inmediata del trabajador con el abono de los salarios dejados de percibir.
Dato clave: En los despidos improcedentes, si el trabajador es representante legal de los trabajadores, es él quien puede optar entre la readmisión o la indemnización, no la empresa.
Además, es posible que tras la sentencia no favorable, cualquiera de las partes decida presentar un recurso de suplicación ante el Tribunal Superior de Justicia, lo cual abre una segunda fase en el procedimiento judicial. Sin embargo, esta opción se limita a cuestiones jurídicas, no a la valoración de pruebas.
Conocer las consecuencias de cada tipo de sentencia permite al trabajador y a su abogado preparar la estrategia de defensa más adecuada, prever escenarios y tomar decisiones informadas. El resultado de la impugnación no solo afecta al plano económico, sino también a la dignidad profesional y al reconocimiento de derechos fundamentales en el entorno laboral.
Preguntas frecuentes
A continuación respondemos algunas de las dudas más habituales que tienen los trabajadores cuando reciben un despido disciplinario. Resolver estas preguntas puede ayudarte a entender mejor tus derechos y a tomar decisiones informadas en un momento tan delicado como este.
¿Puedo cobrar el paro si me despiden disciplinariamente?
Sí. Aunque el despido disciplinario implica que el trabajador ha sido cesado por una falta grave, esto no impide el acceso a la prestación por desempleo, siempre que se cumplan los requisitos de cotización. Es un error común pensar que este tipo de despido anula automáticamente el derecho al paro.
¿Qué pasa si no estoy de acuerdo con la carta de despido?
En ese caso, es fundamental no firmarla como “conforme”. Puedes firmar “no conforme” o simplemente negarte a firmar. Lo más recomendable es acudir cuanto antes a un abogado laboralista para valorar la viabilidad de una impugnación. Recuerda que dispones de 20 días hábiles para reclamar.
¿La empresa debe darme algún documento además de la carta de despido?
Sí. La empresa debe entregarte la carta de despido y el finiquito, que incluye los conceptos pendientes como días trabajados, vacaciones no disfrutadas y pagas proporcionales. Además, debe emitir el certificado de empresa para que puedas tramitar el paro.
¿Qué ocurre si gano la demanda por despido?
Si el juez declara el despido improcedente, la empresa deberá optar entre readmitirte o abonarte una indemnización. En caso de que se declare nulo, tendrá que readmitirte obligatoriamente y abonarte los salarios dejados de percibir desde la fecha del despido.
Consejo útil: Si estás atravesando un despido disciplinario, recopila toda la documentación posible y no firmes nada sin estar seguro de su contenido. Consultar con un profesional puede marcar la diferencia en la defensa de tus derechos laborales.
Conclusión
Enfrentarse a un despido disciplinario es una situación compleja que genera incertidumbre, frustración y muchas veces confusión sobre los pasos a seguir. Sin embargo, conocer tus derechos, comprender el procedimiento legal y actuar con rapidez son factores clave para defenderte de forma eficaz. La ley laboral española protege al trabajador frente a decisiones empresariales injustificadas, siempre que este sepa ejercer sus derechos dentro del marco legal.
A lo largo de este artículo hemos repasado los aspectos más relevantes sobre cómo impugnar un despido disciplinario: desde qué se considera una causa válida, pasando por los derechos del trabajador, los plazos a tener en cuenta, la documentación necesaria y el proceso judicial hasta llegar a los posibles desenlaces de una reclamación. Cada uno de estos elementos juega un papel fundamental en la estrategia de defensa.
Reflexión final: No todo despido disciplinario es legal ni definitivo. Muchas decisiones empresariales se revierten con éxito cuando el trabajador actúa con información, asesoramiento y dentro del plazo legal. Conocer el procedimiento es el primer paso hacia la justicia laboral.
Por ello, si has sido despedido disciplinariamente y consideras que la medida ha sido injusta o desproporcionada, lo más recomendable es acudir cuanto antes a un abogado laboralista o a tu sindicato. Un profesional podrá evaluar las particularidades de tu caso, ayudarte a recopilar las pruebas necesarias y representarte en cada fase del procedimiento.
En definitiva, la impugnación del despido no solo permite revertir una situación adversa, sino también hacer valer tus derechos y establecer un precedente que proteja la dignidad profesional. La ley está de tu lado, pero para que funcione, es necesario conocerla y utilizarla con decisión y responsabilidad.