¿Cómo defenderse de una demanda por impago?
Publicado el 03 de noviembre de 2025
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Índice
Qué es una demanda por impago
Una demanda por impago es la reclamación judicial que presenta un acreedor para exigir el pago de una deuda vencida y no satisfecha. Puede provenir de muchas relaciones jurídicas: alquileres, préstamos personales, tarjetas, facturas de servicios, trabajos profesionales o compraventas. Aunque el término suene intimidante, comprender su alcance y los pasos a seguir es el primer elemento clave para defenderse eficazmente.
En términos prácticos, la demanda por impago busca que el juez declare la existencia de la deuda y condene al pago, pudiendo incluir intereses, cláusulas penales y costas. Dependiendo de la cuantía y del soporte documental, el acreedor puede elegir distintas vías procesales. Si existe documentación suficiente (por ejemplo, facturas o contratos firmados), es común que se recurra al procedimiento monitorio por su agilidad. En otros casos, puede iniciarse un juicio verbal u ordinario, cada uno con sus particularidades en plazos, prueba y formalidades.
Para el deudor, “defenderse” no es simplemente negar la deuda: implica identificar qué se reclama, si la cuantía está bien calculada, si existen causas de oposición (prescripción, pago ya realizado, falta de legitimación, abusividad de intereses, errores de facturación) y qué estrategia es viable. También hay alternativas extrajudiciales como la negociación o acuerdos de pago que reducen riesgos. Lo fundamental es no dejar pasar los plazos, leer con detalle la documentación recibida y actuar con método.
Idea clave: defenderse de una demanda por impago supone combinar análisis jurídico, gestión de plazos y recopilación de pruebas. Quien actúa con rapidez y orden mejora significativamente sus opciones.
Notificación y plazos críticos
El momento de la notificación marca el inicio de los plazos para responder. Ignorar el requerimiento puede provocar que el juzgado dicte una resolución desfavorable por inactividad, como una admisión de deuda por falta de oposición o una ejecución rápida. Por eso, el primer paso es verificar la fecha exacta de recepción del documento: notificación en domicilio, sede electrónica, procurador o correo certificado, según el caso.
A partir de esa fecha, el procedimiento establece un tiempo limitado para actuar. En un monitorio, por ejemplo, existe un plazo concreto para pagar u oponerse; en un juicio declarativo, hay término para contestar la demanda con argumentos y pruebas. Si hay incidencias de notificación (dirección incorrecta, ausencia prolongada), conviene documentarlo para plantear nulidades si procede. Asimismo, anota las fechas en un calendario y planifica hacia atrás: ¿qué necesitas reunir y quién debe ayudarte?
- Identifica el tipo de procedimiento y su plazo de respuesta.
- Guarda el sobre/acuse de recibo o la constancia electrónica.
- Calcula el último día hábil y prevé márgenes para preparar la oposición.
Consejo práctico: si el plazo es inminente, presenta un escrito inicial de oposición o contestación y solicita, si procede, ampliación para aportar documentación adicional. Más vale una respuesta oportuna que una defensa perfecta, pero fuera de plazo.
Análisis de la deuda y documentación
Para defenderse de una demanda por impago, debes auditar la deuda reclamada. Empieza por pedir o revisar el detalle: concepto, importe principal, fechas de devengo, intereses aplicados, comisiones y gastos. Contrasta con tu propia documentación: contratos, adendas, correos, presupuestos, albaranes, facturas, justificantes de pago, extractos bancarios, burofaxes enviados o recibidos y cualquier comunicación relevante. Organiza todo en una línea temporal que muestre qué se acordó, qué se entregó, y qué se pagó o no.
Distingue entre deuda discutida y no discutida. A veces, parte del importe es correcto y otra no: errores de facturación, servicios no prestados, entregas defectuosas o penalizaciones improcedentes. Señála cada discrepancia con soporte documental. Si hay intereses sobredimensionados o fórmulas de cálculo opacas, solicita el desglose y comprueba el tipo aplicado, periodos y base de cálculo. También valora la prescripción: ciertas acciones caducan tras un número de años sin reclamación eficaz.
- Copia simple del contrato y anexos.
- Facturas emitidas y su correlación con el servicio/entrega.
- Recibos/transferencias que acrediten pagos.
- Correos y mensajes que muestren acuerdos o incidencias.
Método: crea una carpeta por “tema” (contrato, facturas, pagos, comunicaciones) y numera los documentos. Esa trazabilidad facilitará una oposición sólida y reducirá el riesgo de pasar por alto detalles críticos.
Vías previas: negociación y acuerdos
Antes y durante el pleito, la negociación es una herramienta efectiva para reducir riesgos. Un acuerdo puede limitar la cuantía, fraccionar pagos o condonar intereses y costas. Para tener margen, llega con propuestas realistas: presenta tu análisis de la deuda, ofrece un plan de pagos viable y discute intereses que consideres excesivos. Un burofax o correo formal con propuesta concreta puede evidenciar tu buena fe y convertirse en elemento favorable ante el juez si la otra parte se muestra inflexible.
Si alcanzas un acuerdo, procura que quede por escrito, con calendario de pagos, consecuencias del incumplimiento y renuncias recíprocas bien definidas. En deudas complejas o con varias partidas, considera un reconocimiento parcial condicionado a verificaciones o a la recepción de documentación faltante. Cuando la capacidad de pago es limitada, un descuento por pronto pago o una espera razonable puede ser más atractiva para el acreedor que litigar meses.
- Propuesta concreta y cuantificada, no genérica.
- Plazos y medios de pago definidos (transferencia, recibo, Bizum corporativo).
- Cláusulas de cierre: qué se reclama y qué se renuncia.
Recuerda: negociar no es admitir todo. Puedes reconocer lo debido y discutir lo indebido, acotando el conflicto y protegiendo tu solvencia.
Cómo contestar u oponerse
La contestación u oposición es el corazón de la defensa frente a la demanda por impago. Estructúrala con claridad: hechos, fundamentos y petición. En hechos, narra cronológicamente la relación: contrato, entregas, incidencias y pagos. Apoya cada afirmación con documentos numerados. En fundamentos, identifica causas jurídicas: prescripción, falta de legitimación, incumplimiento del acreedor, compensación por créditos recíprocos, error en la cuantía, intereses abusivos o falta de requisitos formales. En la petición, solicita la desestimación total o parcial, con costas, o la estimación de tus reconvenciones si procede.
La forma de oponerse varía según el procedimiento. En el monitorio, la oposición debe ser clara y dentro de plazo, aunque no siempre requiere tanta extensión argumental como un declarativo. En el verbal u ordinario, la contestación exige mayor desarrollo y cita de prueba. Si te faltan documentos pero los has solicitado, indícalo y pide plazo para completarlos. Aporta testigos si son relevantes (por ejemplo, sobre la entrega defectuosa o acuerdos verbales).
- Encabeza con datos del procedimiento y partes.
- Ordena las pruebas en anexo, con índice y numeración.
- Cierra con una petición concreta y alternativa (principal/subsidiaria).
Estrategia: evita negar por negar. Reconoce lo que sea correcto, combate lo discutible y ofrece soluciones razonables. Esa combinación suele generar mejor percepción judicial.
Tipos de procedimiento
No todas las demandas por impago siguen el mismo cauce. El procedimiento monitorio se utiliza para deudas líquidas, determinadas, vencidas y exigibles que se acreditan con documentos (facturas, albaranes, certificaciones). Su ventaja es la rapidez: si no hay oposición dentro del plazo, se transforma en título ejecutivo. Si te opones, el asunto puede derivar a juicio verbal u ordinario según la cuantía. En cambio, cuando el acreedor inicia directamente un declarativo, deberás contestar con mayor formalidad y proponer prueba desde el inicio.
El juicio verbal está pensado para cuantías reducidas y controversias de menor complejidad, con vista única y tramitación más breve. El ordinario se reserva para cuantías superiores o asuntos técnicamente más densos, con fase de audiencia previa, proposición de prueba y juicio. Conocer el cauce aplicado te ayuda a ajustar la profundidad de tu oposición, anticipar cargas probatorias y preparar mejor el calendario de actuaciones.
- Monitorio: requiere vigilancia del plazo de oposición.
- Verbal: concentración probatoria y vista ágil.
- Ordinario: mayor complejidad, más oportunidades para depurar el caso.
Punto clave: el cauce procesal condiciona tiempos y profundidad de la defensa. Ajusta tu estrategia según el tipo de procedimiento y la cuantía.
Pruebas, estrategia y argumentos
La prueba es el soporte de la narrativa. Si discutes la existencia o cuantía de la deuda, debes acreditar pagos, defectos de prestación o acuerdos modificativos. Los extractos bancarios son esenciales para demostrar abonos y fechas; las facturas y correos permiten enlazar servicios con precios y objeciones oportunas. Si la controversia es técnica (por ejemplo, calidad de un trabajo), valora informes periciales. Cuando existan comunicaciones relevantes por mensajería instantánea, extrae copias íntegras y certifica su autenticidad si es posible.
Construye argumentos consistentes: si alegas prescripción, explica el cómputo; si invocas compensación, aporta tu crédito y su exigibilidad; si denuncias intereses o comisiones desproporcionadas, compara con referencias habituales y exige el desglose. Evita afirmaciones genéricas sin respaldo. En ocasiones, una defensa parcial (discutir solo un tramo de intereses o una factura concreta) es más creíble que negar el conjunto.
- Índice de pruebas con descripción breve.
- Numeración correlativa y referencias cruzadas en el texto.
- Copias legibles y completas; evita capturas recortadas.
Tip: prepara un cuadro comparativo “lo que reclaman vs. lo que consta pagado/entregado”. Visualiza huecos, duplicidades o errores para explicarlos con claridad al juez.
Intereses, cláusulas y gastos
En muchas demandas por impago, el grueso del conflicto no es el principal, sino los intereses y gastos añadidos. Revisa el tipo de interés pactado, su naturaleza (remuneratorio o moratorio), el método de cálculo y si respeta los límites legales y de transparencia. Las cláusulas penales, comisiones por gestión de cobro o gastos administrativos deben estar previstas explícitamente y ser proporcionadas. Los intereses reclamados sin base documental o sin desglose temporal son cuestionables.
Si detectas cláusulas potencialmente abusivas o falta de información precontractual, impúgnalas. En sectores como consumo, la protección del deudor es más intensa, exigiendo transparencia real en tipos, TAE, amortizaciones y comisiones. Asimismo, verifica si se han capitalizado intereses de forma indebida o si se ha aplicado doble penalización por un mismo incumplimiento. Cuando el acreedor externaliza la gestión de cobro, exige prueba del coste real y su repercusión contractual.
- Exigir desglose: periodos, bases y tipos aplicados.
- Contrastar proporcionalidad de penalizaciones.
- Impugnar comisiones sin cobertura contractual clara.
Enfoque: aceptar el principal no implica aceptar intereses y gastos indebidos. Separar capítulos y discutirlos selectivamente puede reducir sensiblemente la condena final.
Costas, riesgos y escenarios
Defenderse de una demanda por impago exige medir riesgos. Si el juzgado desestima tus argumentos de forma sustancial, podría imponerte costas (los gastos procesales de la otra parte), lo que aumenta el coste total. En cambio, cuando tu oposición obtiene una reducción relevante de la reclamación o se aprecian dudas razonables, es posible evitar o moderar dicha condena. Por eso, diseñar una defensa proporcionada —centrada en lo sólido— es más rentable que desplegar objeciones débiles.
Valora escenarios: acuerdo temprano con quita, oposición parcial para ajustar cuantías, allanamiento parcial con propuesta de pagos, o litigio completo. Si la capacidad de pago es limitada, negocia fraccionamientos realistas que eviten ejecuciones y embargos. Cuando la deuda es discutible, enfoca en las partidas más cuestionables (intereses, comisiones, penalizaciones) y documenta todo exhaustivamente para persuadir al juez.
- Calcula el “peor caso” (principal + intereses + costas) para decidir.
- Compara el coste del acuerdo frente al de litigar.
- Documenta propuestas y respuestas para apoyar tu posición procesal.
Conclusión operativa: prioriza una defensa eficiente: ataca lo defendible, negocia lo accesorio y respeta los plazos. Ese equilibrio reduce impacto económico y reputacional.
Preguntas frecuentes
¿Qué pasa si no contesto la demanda por impago? Si no respondes dentro de plazo, pueden dictar resolución desfavorable y ejecutarse la deuda con rapidez. Revisa la notificación y actúa de inmediato.
¿Puedo oponerme solo a intereses y gastos? Sí. Es habitual reconocer el principal y discutir intereses, comisiones o penalizaciones desproporcionadas. Pide desglose y justificación documental.
¿Qué documentación necesito para defenderme? Contrato y anexos, facturas, justificantes de pago, correos y cualquier comunicación que pruebe incidencias, acuerdos o modificaciones. Ordénala y numérala.
¿Se puede negociar durante el juicio? En cualquier fase. Un acuerdo puede reducir la cuantía, fraccionar pagos y evitar costas. Formalízalo por escrito con calendario y condiciones claras.
¿Qué es la prescripción de la deuda? Es el plazo legal tras el cual ya no se puede reclamar judicialmente. Depende del tipo de deuda y de las interrupciones que hayan ocurrido; analiza fechas y actos de reclamación.